5 de septiembre de 2010

Él y Ella (Encuentro)

Hace frío y la gente camina apurada para refugiarse lo antes posible en algún sitio con calefacción.

Ella vuelve a casa temprano. Camina abstraída, pensando en la cantidad de trabajo pendiente y lo mucho que necesitaba un café. Faltaba poco para la entrega final y aún quedaba mucho por hacer. Se detiene brevemente en una confitería considerando si le convenía comprar algo para acompañar el desayuno. Decide que no y dobla en la esquina de su casa mientras busca las llaves en el caos de su cartera.

Él acaba de salir de una entrevista laboral. La quinta de la semana. Camina sin apuro, el cansancio y la frustración lo distraen del frío. Piensa sentarse en un café e ingerir algo caliente antes de volver a su casa. Va pensando cómo se llamaba aquel bar que le había gustado tanto. No recuerda bien dónde era y dobla antes de lo que tenía previsto.

Él y ella se cruzan. Él ya la había visto al doblar y si había tenido oportunidad de esconderse ésta ya había pasado. Ella no lo había reconocido, en sus cavilaciones acerca de todo lo que tenía que hacer no había reparado en la gente que caminaba por la calle.

Él sonríe. Ella no devuelve la sonrisa y su expresión muestra una mezcla de sorpresa y consternación.

- ¿Qué… qué hacés aca? – Logra articular luego de unos segundos.

- Vengo de una entrevista, qué sorpresa tanto tiempo ¿Vos qué hacés por acá?

- Vivo acá, no sé si te acordás.

- Cierto – Él se queda pensando unos segundos y agrega:- cierto, me sonaba conocida la zona.

Silencio. Tienen pocos segundos para pensar el próximo movimiento. Él piensa en lo irónico de la vida, en habérsela cruzado en el momento en que más lo hubiera necesitado. Ella piensa en lo injusto del destino, de volver a verlo justo hoy, justo ahí, el día que menos podía distraerse en él.

- ¿Vamos a tomar un café?

La pregunta de él la desestabiliza, la pone en guardia. Rápidamente levanta las murallas y recuerda los mil y un motivos para decirle que no.

- ¿Por qué se supone que debería ir a tomar un café con vos?

Se muestra firme, casi soberbia. El parece divertido, advierte la estrategia y piensa que es mejor jugar con la verdad.

- Porque son las nueve de la mañana, hace un frío de perros y el destino quiso que nos cruzáramos un día en que parece que los dos necesitamos un buen café.

Lo odiaba, odiaba esa facilidad suya de saber qué le pasaba. Lo odiaba y cada segundo que pasaba se convencía más de ello.

- Mirá vos ¿y desde cuándo crees en el destino si se puede saber?

La había extrañado, realmente la había extrañado y en ese preciso instante tomaba conciencia de ello.

- Por no creer en el destino mirá cómo nos fue. Además te estoy pidiendo un café, no casamiento.

Listo, golpe de gracia. Ella cedería ante la frase conocida. Esbozó una sonrisa y ambos supieron que era un sí.

- Está bien, pero rápido que tengo muchas cosas que hacer ¿dónde vamos?

- Quedate tranquila, no te voy a demorar mucho, sé que cinco minutos es incluso más de lo que merezco – Sin duda lo odiaba, pensaba ella – Vamos al lugar ese que me gustaba a mí. ¿Te acordás dónde era?

Y ella se acordaba, como siempre se acordaba. Se acordaba de cada detalle y cada lágrima derramada le ardía ahora con intacto dolor.

Y aún así mientras se sentaban ella sólo podía pensar en lo curioso del destino y la mala idea que había sido desafiarlo.

No hay comentarios: